
Con esta serie de fotos quiero representar cómo era la vida de un barrio; una vida de calle donde las vecinas salían a coser, desplumar un pavo, peinarse, limpiar la borraja o jugar a las cartas; una vida donde los chicos y chicas se criaban en la calle, jugando, saltando, metiéndose por las cuevas, haciendo guerras y ensuciándose hasta las cejas; una vida de reunión a la fresca por la noche, de tertulia entre vecinos.
Quiero evocar ese pasado no tan lejano, esas caras que nos dejaron hace uno años, esas tradiciones que poco a poco se van perdiendo, pero que por suerte, en la Caracolada es de los últimos sitios donde se pierden.
Gracias a la familia Aynaga Bernal, por compartir con nosotros estas fotos.
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