Virgen de la Soledad
por vuestros siete dolores,
de todos los pecadores,
Señora, tened piedad.
Hoy, 3 de abril de 2020, se celebra el Viernes de Dolores, o también llamado Viernes de Pasión y es el viernes inmediato anterior al Domingo de Ramos en el que recordamos los dolores que sufrió la Virgen María durante la Semana Santa.
Los Viernes de Dolores, en Maluenda, se celebra la fiesta en la ermita de la Virgen de la Soledad. Los vecinos de Maluenda, suben a la ermita rezando el Viacrucis y luego, una vez en la ermita se celebra la Eucaristía. Este año no han tocado las campanas, no hemos podido subir a acompañar a la Virgen en su dolor, los chicos de la catequesis no han celebrado el Viacrucis de niños que tantos años llevamos haciendo, ni hemos podido compartir esa merienda de hermandad que con tanto esmero preparan cada año Pilar y Jesús, pero podemos unimos a la Virgen espiritualmente en oración.

Además de las investigaciones que junto con Silvia Molina, estamos haciendo de nuestro pueblo, estoy recopilando las oraciones y cantos religiosos de Maluenda a lo largo de la historia y hoy os dejo Los siete Dolores de Virgen, que recogió Querubina Pérez de puño y letra y la familia me dejó fotocopiar. También mi madre los tiene manuscritos con alguna variación, creo que sacados de Concepción Molina. Es por ello que he unificado ambas versiones en úna sola, dando unidad y coherencia a esta oración.
DOLORES DE LA VIRGEN
Primer
dolor
Pecador, si a
mis dolores
quieres tener
devoción,
yo te haré dos
mil favores,
y pondré mi
intercesión
a favor de tus
errores.
Si siete días
cabales,
en mis dolores
contemplas,
ganarás para
tus males,
gran número de
indulgencias
ya plenarias,
ya parciales.
No pienses que
al escucharlo
de paso tenga
yo el gusto,
sino que has de
contemplarlos
con sentimiento,
que es justo,
y me ayudes a
pasarlo.
Contempla en el
primer día
los filos de
aguda espada,
que traspasó el
alma mía
cuando me fue
declarada,
tan amarga
profecía.
Presenté mi Hijo en el templo,
como la ley lo
mandaba,
y Simeón con
regocijo,
en sus brazos lo tomaba,
y estas
palabras me dijo:
Señora, vuestro Hijo amado,
y hermoso que
tanto estimas,
le verás preso,
azotado,
y coronado de
espinas,
y morir
crucificado.
Si contemplas
el dolor
tan amargo que
sentí
en tan amarga
pasión,
has de
conseguir por mí
el perdón del Salvador.
Padre
nuestro....
Segundo dolor
En este dolor segundo,
para matar a mi
Hijo,
mandó Herodes
iracundo,
degollar, según
cual dijo,
los inocentes
del mundo.
Un ángel del
cielo vino,
y avisó a mi
amado esposo,
que
emprendiéramos camino
que viene
Herodes furioso,
con su ejército
maligno.
Con qué agonía
en mis brazos
tomé a mi Hijo,
y a Egipto,
nos fuimos con
lentos pasos
yo y mi esposo ¡qué
conflicto!
el corazón
pedazos.
A cada paso
volvía
la vista, por ver si acaso
el tirano me seguía,
desmayando a
cada paso
con mortales
agonías.
Sin
la menor prevención,
sin dormir,
sin descansar,
quebrantando
el corazón
caminaba
sin cesar,
con qué
angustia y aflicción.
En
el camino encontramos
unos
ladrones sin raza,
y
escuchando lo que pasa
ablandó
su corazón,
y
nos hospedó en su casa.
Haz
tú como el buen ladrón,
compadécete
de mí
en
tan amarga ocasión
has
de conseguir por mí
el perdón
del Salvador.
Padre nuestro......
Tercer dolor
El tercer dolor, tres días
tuve perdido a
mi bien,
contempla las
agonías,
que tú llorarás
también
las amargas
penas mías.
Yo y José, mi
Santo Esposo
con Jesús al
templo fuimos
y habiendo los
tres llegado
un grande
concurso vimos,
de gente allí
congregado.
A un gran
festín que había,
y habiéndose ya
acabado,
yo del templo
me salía,
y José con gran
cuidado
por otra puerta
salía.
Y juntándonos
los dos,
yo a mi esposo
pregunté:
José, ¿y el
Hijo de Dios?
María, yo no lo
sé,
yo juzgué que
iba con vos.
Aquel corazón
partido
en aquella
angustia tan triste,
quedó como sin
sentido,
al mirar la
mala suerte,
de ver a Jesús
perdido.
Tres días le
fui buscando;
con tres
noches, ¡que tormento!
José
y yo siempre llorando,
hasta que lo
hallé en el templo,
con los sabios
disputando.
Si a Jesús
tienes perdido
por tus culpas
ven a mí,
cuando te
halles afligido,
que si lo haces así,
tendrás
descanso cumplido.
Padre nuestro....
Cuarto
dolor
El cuarto dolor fue cuando
con la carga y
sin mesura,
vi a mi Hijo
caminando
por la calle la
Amargura,
cada instante
tropezando.
Siendo la
sentencia dada
vino Juan a mi
retiro,
y dándome
aquesta embajada,
di
un recio y grande suspiro,
y quedé como
desmayada.
Con valor que
me dio el cielo
en angustia tan
crecida,
caminaba con
anhelo
por ver a mi
amado hijo,
afligida y sin
consuelo.
Llegué a la
calle cruel
donde me paré a
escuchar
las voces de
aquel tropel,
que gritaban
sin cesar
todos
blasfemaban de Él.
Las trompetas y
el pregón
decían: muera el malvado
facineroso, ladrón
que pague
crucificado,
su infame
predicación.
Rompí por entre
la gente,
y a mi hijo me
abrazaba,
le hablé
interiormente ,
con la garganta
anudada,
de dolor tan
vehemente.
Si en este
acerbo dolor
imprimes
dejando el vicio,
de lo que Dios te haga cargo
en aquel día
del juicio,
yo daré por ti
el descargo.
Padre nuestro.....
Quinto
dolor
El quinto dolor penoso
es digno de
contemplar,
cuando a mi Hijo
precioso
yo le vi crucificar
en la cruz como
alevoso.
Subimos a la
montaña
del Calvario y por
despojos,
le arrancan con
ira y saña
a la luz de mis
ojos,
la túnica que
llevaba.
Yo que lo vi
despojado,
renovadas sus
heridas,
todo su cuerpo
llagado,
crecieron las
penas mías,
al verle tan
maltratado.
Que se tendiese
mandaron
en la cruz, y Él con paciencia
hizo lo que le mandaron
y con tirana
insolencia,
pies y manos le
clavaron.
Y después la
cruz volvieron
aquellos
sayones bravos,
y la santa faz pusieron
y remacharon los
clavos
donde mis penas
crecieron.
Después aquellos sayones
la Santa Cruz levantaron
con blasfemias
y baldones,
y el santo
cuerpo dejaron
en medio de dos
ladrones.
Si este dolor
tan fuerte
te detienes a
pensar
llorando mi
triste suerte
yo te prometo
ayudar
en las ansias
de la muerte.
Padre
nuestro.....
Sexto
dolor
El sexto dolor
con tiernos lazos,
al Hijo de mis
entrañas
difunto, y
hecho pedazos,
por las
milicias extrañas
me lo ponen en
mis brazos.
Dos santos varones vieron
mi tristeza y
amargura,
y a Pilatos le
pidieron
para darle
sepultura,
licencia y la
consiguieron.
Y luego que desclavaron
aquel cuerpo Sacro-Santo,
en mis brazos lo entregaron
con un lienzo limpio y blanco
al
punto lo amortajaron.
Con
ungüentos olorosos,
que
prevenidos traían,
ungieron
estos piadosos
varones
que me asistían
en
trancen tan dolorosos.
Yo que lo
estaba mirando
de los pies a
la cabeza;
mi dolor
siempre avivando
con una amarga
tristeza,
le decía
suspirando:
Hijo mío muy
amado,
¿quién te ha
puesto esas espinas?
¿quién te ha
abierto ese costado?
¿quién esas manos
divinas,
y esos pies han taladrado?
Si este acerbo dolor
imprimes en tu
memoria,
te aseguro
pecador
que será para
tu gloria,
prenda de
inmenso valor.
Padre
nuestro.....
Séptimo
dolor
¡Oh, qué angustia pecador!
¡Oh, qué dolor
tan prodigio!
¡Oh, qué pena
sin igual!
es el verme sin
mi hijo,
y no poderle
abrazar.
Los varones con
quebranto
me decían gran
Señora,
no os
entreguéis tanto al llanto
que ya es
llegada la hora,
de su entierro
sacrosanto.
Mitigad
tanto tormento,
cese
ya esa pena dura,
dadnos
el cuerpo sangriento
Para
darle sepultura
en
un nuevo monumento.
Y yo
aunque agradecida
fineza
tan amorosa,
dándoles
mi hijo, les decía:
tomad
esta prenda hermosa,
del Hijo
que más quería.
San Juan y la
Magdalena
me cogieron de
la mano,
todos cargados
de pena,
fuimos
siguiendo los pasos,
donde el
sepulcro se ordena.
Llegamos al
monumento
y con piedad
amorosa,
pusieron el
cuerpo dentro,
cubriéndole con
la losa,
contemplad mi
sentimiento.
Triste está la
Virgen pura
aquel sepulcro
mirando,
pues jamás vio
criatura
en su Hijo
contemplando,
la tristeza y
amargura.
Está muerta y
tiene vida
está viva y
sepultada,
está llagada,
herida
en su hijo
contemplando,
el que era el bien
de su vida.
Todas estas siete espadas
traspasan mi corazón,
si de ti son contempladas
ganarás el galardón,
de la celestial morada. Amén.
También
llamado Viernes de Pasión se conmemorara este 3 de abril y es el viernes
inmediato anterior al Domingo de Ramos. En este día se recuerdan los
sufrimientos que vivió la Virgen María durante la Semana Santa.
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