El pasado 22 de abril Silvia y yo nos fuimos al archivo diocesano
de Tarazona en busca de unos documentos que necesitamos para nuestro siguiente
reto y del que os daremos cuenta dado el interés que tiene.
Entre toda la documentación existente Silvia encontró esta
interesante información extraída de la correspondencia.
El día 23 de febrero de 1914, el Museo de la Infantería solicita
una bandera que se encuentra en Maluenda expuesta en la Iglesia de Santa Justa,
colgada de la bóveda del templo, la intención era colocarla en su museo como
emblema de los patriotas que por ella murieron.
El obispado solicitó al párroco de Maluenda que le contara acerca
de aquella bandera.
Contaba Mosén Maza que la historia de esta bandera la oyó en un
sermón cuando era pequeño, en una fiesta votiva al Santísimo Cristo de Santa
Justa .
La bandera pendía de la bóveda y había otra igual anteriormente
que cayó hecha girones por la acción del tiempo hace muchísimos años.
Esta bandera era de una embarcación de unos comerciantes que iban
a las indias y que en un trance apurado invocaron protección del Santísimo
Cristo. Al salvarse de aquel trance gracias al Santísimo Cristo, ofrecieron la
bandera de la embarcación.
Es una tela de algodón o satén basto, no tiene mérito ninguno, son
trozos de esta tela de varios colores y los trozos son de forma triangular y
cosidos unos a otros, como las cubiertas para las camas que suelen hacer por
estas tierras las mujeres pobres con trapos de varios colores, está muy
deteriorada.
Estos son los datos que les puede dar. Al juicio del párroco nada
vale.
El obispo envió al Museo de la Infantería, que se estaba creando
por aquel entonces, todos los datos que les había enviado el párroco de
Maluenda y el museo decidió que si no tenía interés declinaban su solicitud.
Este
prodigio que relata Mosén Maza ya lo dimos a conocer en el
VI Centenario de la terminación de la iglesia de las Santas Justa y
Rufina, pero pensábamos que era más una leyenda que una realidad.
Juan
de Campos y el Cristo de Santa Justa.
No
fue menor el favor que lograron unos españoles viniendo de las Indias en
compañía de Juan de Campos, natural de Maluenda, que volvía a España con sus
caudales: sobrevínoles una tempestad tan horrible, que no quedando ya esperanza
en fuerzas y arte humana, apelaron a las Aras de sus patronos: en todo el
tiempo, que el Padre Capellán exhortaba a todos invocasen a aquel Santo que
fuera más venerado de cada uno, no se acordó Juan de Campos de esta Santa
imagen, hasta que oyó, que uno dijo: No hay que invocar patrón más soberano que
el Santo Crucifijo de Santa Justa, así lo ejecutó Juan de Campos, admirado
siempre de ver que allí hubiere quien conocía y se acordaba de este Santo
Crucifijo. Cesó con felicidad la tormenta pero jamás se pudo averiguar quién
fue, el que había dado aviso de tan soberano Protector, a quien debieron la
vida; creyeron piamente que había sido voz superior, la que les había acordado
esta Santa Imagen.